Querida Kitty:
Este año la januka y la fiesta de san Nicolás coinciden. En realidad hay un solo día de diferencia. A la januka no la festejamos con gran boato, solamente algunos regalitos y, desde luego, las velas. Pero como hay escasez, no las tuvimos encendida más de diez minutos, o sea, mientras entonamos el canto. Papa dice que, dadas las circunstancias, eso está bien. El señor Van Daan hizo un candelabro, así que ni eso nos falto. La fiesta de San Nicolás estuvo mucho más divertida. Miep y Elli se habían estado secreteando todo el tiempo con papa entre las comidas y supimos que algo estaban preparando, así que estábamos muertos de la curiosidad. A las ocho de la noche bajamos todos por la escalera y avanzamos a tientas por el pasillo totalmente oscuro. Cuando llegamos al cuarto del medio pudimos encender la luz, ya que allí no hay ventanas y entonces papa abrió papa abrió la puerta del armario grande.
-¡Que hermoso!- exclamamos todos.
En el rincón había una cesta enorme, adornada con el papel especial de San Nicolas y con una careta de su criado Pedro el negro.
Rápidamente llevamos la cesta arriba. Había un regalo para cada uno, con un poema alusivo. Ya sabrás como son los poemas de San Nicolás, así que no te los voy a repetir.
El regalo mío fue un muñeco, el de papa un sujeta libros y todo por el estilo. Lo principal es que todo era muy ingenioso y divertido que, como ninguno de los refugiados habíamos festejado nunca el día de San Nicolás, el estreno resulto de lo mejor.
Tuya,
Ana
No hay comentarios:
Publicar un comentario